Els Magazinos recibe su actual nombre gracias a un mapa militar francés del S. XVIII, donde leemos “Magazins pour les marchandises qui viennent par mer”.
La historia de Dénia en el S. XVIII se inicia con un conflicto bélico que afecta notablemente su desarrollo y que dejará notable huella en Els Magazinos: La Guerra de Sucesión. Tal como ocurrió un siglo antes, también hay visita real: el 18 de agosto de 1705 llega con una formidable escuadra a nuestro puerto el archiduque Carlos de Austria, que es nombrado en nuestra ciudad rey de España como Carlos III.
¿Cómo era nuestro barrio marinero en esos momentos? Acudimos a una descripción de 1703 del piloto de altura en las galeras francesas Henry Michelot:
“De cinco a seis millas al Noroeste del Cabo de San Antonio, está la pequeña villa de Denia, localizada en un punto adelantado en el mar, que es de mediocre altitud, parece aislada a causa de que el otro lado del campo es muy bajo.
Delante de la ciudad de Denia hay un pequeño puerto, donde los mediocres edificios pueden mojarse, posee de seis a siete brazas de agua con fondo de arena, pero como en los alrededores hay algunas rocas o bajíos, es necesario solicitar prácticos del lugar, los cuales no dudan en subir a bordo a la menor señal que se les hace.
Vemos de lejos el castillo, que está casi en medio de la ciudad, el cual se ve muy blanco.
Hacia el Noroeste de Denia, hay una larga cresta de matas y hierba que sobresale más de una milla bajo el agua directamente mar adentro1”.
Cartela del mapa del asedio de 1708 y plano con la explicación, que nos detalla aspectos de la vida cotidiana de la ciudad como abrevaderos, lavadero, cisternas, restos de la antigua ciudad o el encantador detalle sobre los almacenes de la zona portuaria, convertidos hoy en lugar de restauración y ocio de Els Magazinos. El plano también nos informa (con gran detalle) de las zonas lacustres y cenagosas que rodeaban la ciudad y convertían a sus moradores en víctimas del paludismo, que era la principal causa de muerte en la población adulta de Dénia en los S. XVIII y XIX, tal como les ocurrió a las tropas borbónicas en el asedio de 1707. Fuentes: BnF, y elaboración propia a partir del orignial de la BnF.
Pero ser proclamado rey y serlo son dos cosas distintas. La guerra provocó tres sitios de la ciudad (1705, 1707 y el definitivo en 1708). Es en este plano realizado en 1709 (que muestra el asedio de finales de 1708) donde se representa con todo lujo de detalles nuestra ciudad; en la cartela aparece Els Magazinos, atravesado por una trinchera para el asalto al castillo, revelando que su función original era la de almacén portuario.
Ese sitio de 1708 contó entre los defensores con tropas portuguesas y británicas. De ellos destacan dos figuras todavía hoy recordadas; en primer lugar su comandante: Charles Mordaunt, tercer conde de Peterborough y primer conde de Monmouth… (a primera vista no nos suena, pero es el de la famosa canción infantil Mambrú se fue a la guerra, que dolor, que dolor, que pena…); el segundo, el londinense Daniel Defoe (el autor de Robinson Crusoe), quien en sus Memorias de Guerra del Capitán George Carleton, de 1728, cuenta cómo fue hecho prisionero en el sitio de Denia de 1708. La toma de la ciudad causó gran revuelo entre los aliados austracistas, no solo por la rapidez de la derrota sino también por la ineficacia del discutido lord Peterborough (la defensa del castillo estaba encargada a los ingleses) o por la actitud levantisca que protagonizaron las tropas portuguesas. Por el contrario, su conquista por parte del marqués D’Asfeld será muy celebrada por la corte de París, pues se editan litografías en las que se destaca tal hecho.
Litografía francesa de 1709 sobre la conquista de Dénia el año anterior: “La Prise de la Ville et Château de Denia”; y detalle de las trincheras que atraviesan Els Magazinos. Fuentes: BnF.
Tras la guerra, la ciudad (que se había deshabitado ante el último asedio) se recupera muy lentamente. Para ello es necesario en primer lugar una Concordia entre la ciudad y sus acreedores de 1727 y en segundo lugar relanzar la economía de la ciudad mediante obras de reconstrucción. El convento de franciscanos había sido fortificado para su defensa durante la guerra, por ello fue destruido durante el último asedio y sus moradores se tuvieron que marchar de Baix la Mar al arrabal interior de la ciudad. En 1743 se reabrirá de nuevo al culto, como muestra de recuperación. Y no sólo eso; junto la antigua ermita de S. Roque, se inician en 1734 las obras de la iglesia de la Asunción (finalizada en 1756). Y lo más importante sucede en el hinterland de Els Magazinos: la destrucción de la Vila Vella hace que muchos habitantes se vayan a vivir al barrio extramuros de la ciudad, a Baix la Mar, que es el barrio que más crece a lo largo del S XVIII.
Vivir fuera de las murallas que defendían el arrabal (lo que luego se conocerá popularmente como “Dalt Dénia”) tenía un peligro: los posibles ataques sarracenos, como ya había ocurrido en el S. XVII. El ilustrado José de Castelló (hacia 1780) describe a la costa alicantina como “(…) la parte de España más expuesta a los insultos de los berberiscos, y donde con más seguridad hacen las presas, metiendose en las calas, como si estuvieran en sus propios dominios y donde acechan los buques de comercio, o de pescar que por allí pasan, y echandose de improviso sobre ellos los rinden y llevan cautivos a sus costas, navegación que les es mui fácil”.
Vista de Dénia en un plano de 1789 en el que se aprecia claramente el Barrio de Baix la Mar y las cercanías de els Magazinos. Fuente: Biblioteca Virtual de Defensa.
Pero tenía una ventaja innegable: sus pobladores pagaban menos impuestos que los protegidos por la muralla y, además, no estaban obligados al oneroso impuesto de tener que hospedar (naturalmente gratuito) a tropas en caso de conflicto o acuartelamiento, precisamente por estar fuera de las murallas de defensa.
El estar fuera del abrigo de las murallas era profundamente criticado por su peligrosidad y fraudes al erario público ante la falta de vigilancia, a pesar de constatar que “La fábrica de casas es regular y decente, y las calles proporcionadas, el pueblo alegre, cercado de una fuerte muralla, que cuidan mucho sus reparos los Gobernadores militares por ser plaza de Armas. Para el comercio de la ciudad tiene dos Puertas nombradas de Valencia y del Mar con Guardia continua hasta las oras que cierra para evitar toda contingencia de Mar, y fraudes”. (Venero de Valera, Resumen final de la exposición al Marqués de Denia de 1766).
Es decir, los menores impuestos eran un gran aliciente frente al hipotético ataque berberisco, puesto que existían torres de vigilancia y la entrada en el puerto era dificultosa, que como señala José de Cavanilles (1795-97) “es de poca capacidad é incómodo por las rocas que casi á flor del agua corren en arco media legua, dexando una sola abertura ó canal por donde entran y salen las embarcaciones”.
Otro guiño para la recuperación de la ciudad es el año de 1778 cuando Carlos III firma el Reglamento de libre comercio con América (que beneficiaba a los puertos próximos de Cartagena y Alicante y por consiguiente al nuestro como abastecedor de los mismos). A ello hay que unir que Dénia se constituye, en 1789, como capital de una Gobernación que se extendía desde Gandía hasta Villajoyosa, lo cual supuso un refuerzo del castillo y del puerto.
Ejemplos de la vitalidad comercial de las proximidades de Els Magazinos en el S XVIII serían estos documentos, de izquierda a derecha: recibo alquiler de la tienda del mar de 1728, permuta de almacén entre Arnaud y Contrí de 1766 y arrendamiento de un almacén por Catalina Merle a Andrés Chabás de 1782. Fuentes: Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Dénia y Biblioteca Valenciana.
La llegada de numerosos comerciantes de origen francés a la ciudad (hay referencias ya desde el S. XVII, hasta el extremo de existir una Capilla de S. Luis en el convento de franciscanos) potencia el carácter comercial de los almacenes de la zona de Els Magazinos y proximidades de la calle Puente. Allí tendrán almacenes y propiedades familias pioneras en la exportación de la pasa y desarrollo de la ciudad: Arnaud, Delouve, Morand, Merle, Bordehore, Vignau, Chabás… Se sitúan al norte y sur de la calle Puente, de forma paralela al mar, siguiendo la calle S. Vicente del Mar, y generando un dualismo con la del interior de las murallas, puesto que allí también existe otra calle S. Vicente, pero de la Roqueta… Dualismo que tendrá sus consecuencias en el S. XIX.
Ejemplos de la vida cotidiana en Baix la Mar: dos clausulas del alma de comerciantes franceses afincados en Dénia en el S. XVII; una muestra de la endogamia entre familias marineras de 1732, y otra de las duras condiciones del mar, un naufragio de 1787, con seis ahogados, al poco el mar devolvió otro cadáver más. Fuente: APNSAD.
Al norte, de la calle Puente encontramos las casas de los marineros; son calles estrechas cerradas al mar (algunas minúsculas como el “Carreró del Ti Belo” o el “Carreró de Quico el del Ví” o en el estrechísimo “Pasaje de S. Antonio” anexo a Els Magazinos), con casas con una composición de fachadas desordenadas de una o dos plantas, de escasa profundidad, que se extienden paralelas a la línea de costa, lo que obliga a muchas a poseer matamares para su defensa contra las olas y pequeñas ventanas. Al sur de la calle Puente también hay viviendas para pescadores, si bien dominarán los almacenes para el comercio.
Como ya hemos dicho, el barrio de Baix la Mar es el que más crece en extensión en Dénia a lo largo del S. XVIII (cosa que comprobamos comparando los planos a lo largo de esta centuria). La opinión que tienen los visitantes es generante positiva, gracias a su cosmopolita puerto: “Aunque reduzida a quatrozientos quince vecinos, la constituien de soziable y razional trato las circunstancias de su Comercio, y Puerto; ser plaza de Armas (…) Comerziantes, que entre acaudalados y de moderados fondos, es considerable, y algunos sujetos de forma retirados del servicio del Rey, que por haber tomado estado en Denia se han abezindado en ella, el conjunto de empleados por Rentas Reales, y que la gente común son de mejor Trato que en otras partes, por lo que al continuo con los extranjeros, y el mismo comercio del Puerto se Civilizan, es sin duda pueblo Político.” (Venero de Valera, en la Visita General 1766).
A pesar de lo anterior, el puerto no está en óptimas condiciones, tal como cuenta Venero: “El muelle construido de madera se halla inutilizado y reparado para poder usarle con pedazos de maderos y tablas, y a veces por las abenidas está intransitable, y no se puede embarcar ni desembarcar.
El puerto es de los mejores del mediterraneo, tiene dos canales, el principal al levante, y el otro que es pequeño y está del todo cegado al norte es muy seguro por la Barra que le circuye de lodo y Arena pero se haya mui sucio (…) No hay desde Cartagena a Barcelona otro Puerto para hacer mansion ninguna embarcación, sirviendo como precisa parada a todas las que hacen este viaje.”
Castillo (y puerto) de Dénia 1787-92 por Mariano Sánchez, en el que vemos una idílica representación del mismo, con influencias de pintores franceses como Vernet. Fuente: Juan Ferrer Marsal, El Puerto de Denia: Una ilusión de progreso.
En resumen, Els Magazinos, esos “almacenes para las mercancías que llegan por mar”, sufre graves destrozos durante la Guerra de Sucesión; se recupera poco a poco gracias a la actividad comercial del puerto y al asentamiento de marineros en sus proximidades. La población aumenta y se van marcando unas características propias que diferencian esta zona de la intramuros: una fuerte endogamia, un menor nivel de vida, una dicotomía entre las casas de marineros y los almacenes y una mayor mortalidad, pues las aguas que la rodean suelen provocar frecuentes enfermedades que merman su población, además de la mayor mortalidad propia del duro oficio de la mar.
Artículo escrito por: Javier Calvo Puig