El Siglo de Oro español también tiene su reflejo en la ciudad de Dénia, en donde la figura del valido del rey Francisco de Sandoval y Rojas (1553-1625), V Marqués de Dénia, es fundamental para su crecimiento y engalano. El marqués no dudará en emplear influencia y capitales (no siempre los suyos) para engrandecer su fama y la de la ciudad de Dénia, especialmente durante su privanza con Felipe III.

A principios del S. XVII la ciudad de Dénia (la Vila Vella, en el interior del castillo, y el arrabal defendido por sus murallas) había crecido tras el parón de las guerras de las germanías, hasta alcanzar cerca de 2000 habitantes; se trataba de cristianos en su inmensa mayoría, a diferencia de otros pueblos de la comarca que conservaban gran población de moriscos, los cuales serán expulsados en 1609 (más de 30.000) desde el puerto de Dénia.

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Pedro Salazar de Mendoza en un manuscrito describe la ciudad en 1600: “Es población de más de quinientas casas. Está muy fuerte, bien torreada y murada, tiene un buen castillo muy proveído de tiros, municiones, y armas, y de todo lo necesario para su defensa. (…) son para allá muy ordinarias las correrías de moros que vienen a robar y infestar aquellas costas, cuyas invasiones suelen ser rebatidas con mucha gallardía por el gobernador. Para esto siempre que es necesario cuenta con mucha facilidad mil hombres de a pie y de caballo, muy diestros soldados, ejercitados en la mar y tierra, con que los reprime, desvalija, prende y asegura a los vecinos; de más de esto, la fortaleza es muy capaz, y tiene mucho aposento, como vio Vuestra Majestad el año pasado de mil y quinientos y noventa y nueve estando aposentado en él con la reina nuestra señora y antes con la señora infante doña Isabel, y con el señor archiduque Alberto, su marido. Que fue la mayor honra en que jamás se podrá ver Denia. Es el puerto de Denia muy grande, muy seguro, muy abrigado y, a dicho de los que lo entienden bien, de los buenos que hay en el Mediterráneo, y de mayor concurso de bajeles de Levante y Poniente”. Dos vistas de Dénia, la primera de fines del S. XVI de Vespasiano Gonzaga y la otra del S. XVII con las obras del palacio y las cocheras. Fuentes: Archivo de Simancas y Archivo Ducal de Medinaceli.

Ser un puerto natural con castillo para su defensa era clave para la ciudad, además permitió un proyecto que marcó la economía y sociedad valenciana del S. XVII: la expulsión de los moriscos en 1609, por obra del Virrey de Valencia, S. Juan de Ribera, y el Duque de Lerma, V Marqués de Dénia. Gracias e este hecho Felipe III pasó a llamarse rey Cristianísimo. Para poder realizar la expulsión, llegaron numerosas tropas y galeras a nuestra ciudad, que también participaron en sofocar la revuelta de los moriscos de Lahuar, donde participó una compañía de 300 hombres de Dénia y Jávea.

La vitalidad el puerto era clave, pues permitía una vida alrededor del comercio de productos del país como almendras, algarrobas, higos, dátiles, pasas… y la llegada de cereales, aceites y telas de otros puertos mediterráneos. Que el V marqués de Dénia rebajase los derechos de aduanas, pontaje y anclaje permitió el aumento de su actividad.

El Duque de Lerma consiguió en 1599, gracias a la visita de Felipe III a Dénia, el derecho a poseer galeras armadas para defender las almadrabas de la costa; en 1616 se convirtieron en la escuadra de galeras de Dénia, con 4 galeras para defender las costas del reino de Valencia de los corsarios, que acabaron convirtiéndose también en una buena fuente de ingresos, gracias al valor del botín de las presas conseguidas. Fue efímero, pues tras la caída en desgracia del Duque, se incorporaron a la escuadra de galeras de España en 1620.

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D. Francisco de Sandoval y Rojas, será valido de Felipe III desde 1599 a 1618. Inicialmente su título más importante era el de V Marqués de Dénia, hasta que en 1599 se le concedió el ducado de Lerma, tras el éxito de la organización de los casamientos reales y estancia en Dénia; al ser este título el de mayor categoría es el que prevalece a la hora de citar a nuestro marqués-cardenal. Retratos de Felipe III y Lerma por Pantoja de la Cruz, obsérvese la similitud de la armadura; y retrato del valido tras su caída en desgracia ya como cardenal. Fuentes: Museo del Prado y europeana.eu.

El valimiento del Duque de Lerma significó para Dénia una autentica fiebre constructiva, tanto en su castillo palacio, como en otras partes de la ciudad; eso (como siempre en una burbuja inmobiliaria) permitirá el crecimiento de la ciudad con la llegada de picapedreros y artesanos para las obras, así como personal para las actividades terciarias tanto de la sede administrativa del marqués, como las relacionadas con las comerciales de su puerto y militares del castillo.

Lerma ya había propiciado bajo su gobierno una especulación inmobiliaria, pues fue el alma del traslado temporal de la corte de Madrid a Valladolid (1601-06, origen de las acusaciones de corrupto, ya que su encumbramiento en la corte le permitió pasar de un endeudamiento crónico a una situación de poderío económico). Las obras en nuestra ciudad serán enormes: fortificación de la muralla, palacio del castillo, casa y arreglo de la almadraba, un pósito con 500 fanegas de trigo, nueva sala para el concejo y archivo de la ciudad, fundación de los conventos de S. Antonio (1587) y de Nuestra Señora de Loreto (1604), intento fallido de desecación de las aguas del Molinell (el Racó del Marqués), nuevas cruces de término, cocheras reales… Pero, tal como ocurre en nuestros días, que se proyectasen obras no significa que se finalizasen en el plazo previsto. Las cruces de término (puerta de tierra y del mar) pagadas en 1609, no estaban colocadas aún en 1612…

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Pedro Texeira en su Atlas del Rey Planeta de 1634 describe así nuestra ciudad: “Está la villa de Denia setuada en un alto y en lo más yminente, de la parte de la mar, tiene una caza fuerte con grueça artillería que defiende bien su puerto. La villa queda en la cuesta de la parte del poniente cercada de muralla con sus torres. Tiene, junto a la plaia y al pie del castillo, un convento de flaires descalços de la orden de San Françisco que llaman de San Antonio. El puerto es el mejor de toda la costa deste reyno aunque la entrada es dificultoza por ser un canal muy angosto que obliga, así a la entrada como a la çalida, llebar delante una falúa que ba guiando las galeras o navíos por ser todo lo demás, de un lado y de otro, muy baxo donde con facilidad se puede encallar y en parte no tiene dos palmos de agua. Entran en este puerto navíos de rezonable porte. De Denia continúa la costa alta y descubierta toda poblada de munchos almendrales que le azen apazible a la vista”.

El Duque era un cristiano convencido, pues favoreció la creación de conventos en la ciudad e impulsó la uniformidad religiosa con la expulsión de los moriscos. A partir de 1618 era también cardenal (cosa que le permitía evadir la justicia civil, tal como glosó la copla popular: “para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España, se visitó de colorado”). En el aspecto religioso, desde 1554 la Rectoría de Dénia pagaba una renta a la universidad jesuita de Gandía para que ésta enseñase a seis moriscos del marquesado a ser buenos cristianos. La ciudad deseaba recuperar sus rentas y aumentar su prestigio. La expulsión de los moriscos en 1609 animó a la ciudad a pleitear contra los jesuitas de Gandía para recuperar las primicias. Cuando el patriarca de Valencia S. Juan de Ribera fallece en 1611, Dénia se postula como posible nueva sede episcopal. La obtención del título de ciudad en 1612, necesario para poder optar al título de sede arzobispal, en competencia con la ciudad de Játiva, podría estar dentro de ese plan para conseguir ambos proyectos.

Religiosos de prestigio no faltaban en la ciudad en esos momentos: sor Mariana de San Simeón, Marco Antonio Palau, fray Pedro Alfonso Esteve Puig, fray Estaban Verdalet… Además de la iglesia parroquial, en la Vila Vella del castillo y los dos conventos antes citados, en su término se encontraban nueve ermitas: Santa Paula, Santa Lucía, S. Juan, ermita de Nuestra Señora de Loreto (donde había una cofradía de esclavos negros cristianizados), S. Antonio (en el cabo del mismo nombre), S. Roque, Nuestra Señora de los Desamparados, S. Nicolás, la de S. Telmo y la de Orito (o Loreto)… Pues si parecían pocas, en 1617, Juan de Chavarría (que estaba realizando las obras en el castillo y cocheras para el duque) solicitó al ayuntamiento un lugar para construir una capilla en honor a S. Blas, pero el ayuntamiento consideró que era mejor esperar a terminar las numerosas obras en marcha en la ciudad.

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1613, Cuadro de Vicent Mestre sobre la expulsión de los moriscos en 1609, pintado cuatro años después de la expulsión, en plena realización de obras en el palacio castillo y antes del inicio de las obras en Els Magazinos. Dibujo de Vicente Carducho sobre el embarque de moriscos para su expulsión. Fuentes: Colección Bancaja y Museo del Prado.

Felipe III había estado ya en Dénia en tres ocasiones: en febrero de 1599, en camino hacia Valencia para su boda con Margarita de Austria y otra estancia más larga el verano de ese año. Como cronista de su estancia ejerció el Fénix de los Ingenios, Lope de Vega. Nos visitó una tercera y última vez en 1604, donde apadrinó la creación del convento de las monjas agustinas de Loreto.

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Con motivo de las visitas reales de 1598 Lope de Vega publicó una obra poética como crónica de las mismas. En 1612 Dénia recibe el título de ciudad. Carta del duque de Lerma al administrador de su almadraba en Dénia, muestra de su caridad cristiana, en el que ordena limosna para obras en el convento de S. Antonio. Fuentes: Biblioteca Nacional de España, Archivo Municipal de Dénia y Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Dénia.

Las obras de mejora del castillo estaban programadas con vistas a futuras visitas reales y la expulsión de los moriscos. En 1604, cuando se deberían haber celebrado cortes en Dénia, se realizó un pasadizo cubierto entre la fortaleza y puerto, para evitar los rigores del clima a Felipe III (que en la visita del verano de 1599 se indispuso por el calor).

Las obras del castillo y palacio, realizados con un deseo de ostentación barroco, no fueron costeadas por el Duque. Las de 1604 lo fueron por la Santa Cruzada del Reino de Valencia y las de 1616-18 (incluidas las cocheras reales de Magazinos) por el patrimonio real; al fin y al cabo, ¿no servían para la defensa del reino e iban a ser aposento del rey y su séquito?
Gracias a la tesis de Ángel Campos-Perales, conocemos numerosos datos sobre las obras en el castillo y cocheras. En el castillo-palacio se añadieron jardines en su zona norte en 1617 (se trajeron numerosas plantas en barca para engalanarlo), cuartos reales con vistas al mar, balcones, cristaleras y una monumental escalera en la zona sur, que recordaba la factura escurialense y el clasicismo de Lerma y Valladolid. Este historiador nos indica que el enviado por la corte para dirigir las obras era Juan de Chavarri, cuyos planos elaboraría el arquitecto carmelita iniciador del barroco castellano fray Alberto de la Madre de Dios.

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Dos muestras de la huella del duque de Lerma en Dénia. Partida de nacimiento de su hijo el Duque de Uceda en Dénia en 1577 y vista a principios del S. XIX de Alexandre de Laborde de la estatua del duque-cardenal (realizada en 1613) que presidía la escalinata de su palacio en el castillo. Fuentes: APNSA y BNE.

Las noticias que tenemos de Baix la Mar a principios del S. XVII hacen referencia a muy pocos edificios, recordemos que al estar extramuros, carecían de la muralla defensiva de la ciudad y estaban bajo el temor de un ataque corsario. Hay constancia de una casa grande que ejercía de aduana, próxima a ella la ermita de S. Telmo, una tienda almacén en la orilla del mar cercana al puente de madera del mar y el convento de S. Antonio.

El embarque y desembarque de las mercancías se realizaba por un puente de madera sobre estacas que aparece en el plano de 1575 de Vespasiano Gonzaga. Nuestro marqués también lo mejoró; se trajeron tablas desde Vinaroz y fue finalizado en mayo de 1617; el puente debía de penetrar unos 37 metros en el mar, pues era el tamaño de las tablas más grandes.

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Vistas de Magazinos en obras y vísperas de su inauguración; allí se proyectaron unas cocheras para el monarca y los asistentes a las Cortes que se querían celebrar en Dénia. Sus arcos rebajados son coetáneos a los construidos en el ayuntamiento, ambos bajo las órdenes del maestro de obra Juan de Chavarri. Las obras de la sala de la ciudad se alargaron desde 1613 (fecha en la que se plantea su necesidad) a 1628 (se acabó la pavimentación de la sala, aunque en 1621 se celebró la primera sesión, como símbolo de finalización de obras). Fuentes: Els Magazinos y colección particular.

Las cocheras origen de Els Magazinos (descubiertas gracias s las obras de su transformación en centro gastronómico) estaban pensadas para la celebración de las Cortes del Reino de Valencia en Dénia en octubre de 1616, presididas por el monarca, pero fueron pospuestas por intereses del valido, pues deseaba finiquitar las obras del castillo-palacio, finalmente no se realizaron por su caída en desgracia.

La creación de las cocheras reales en Els Magazinos (1617-18) estaban condicionadas por la necesidad de unos lugares lo suficientemente amplios para albergar los “carros castellanos” tirados por caballos, más ricos y ostentosos que los habituales del país, pues su fin era mostrar el poder económico de los cortesanos: eran carrozas, frente a los carros de labor y coches de menor categoría. Para habilitar el acceso a estas carrozas también se amplió la puerta de tierra de la ciudad (también conocida como portal de la Creu o de Ondara, actual plaza Valgamedios). Si para la visita real de 1599 se construyeron arquitecturas efímeras (como nos cuenta Lope, pues Felipe III entra por “la puerta de la insigne villa / por un arco de mármol contrahecho (…) de murta y de naranjo dio la entrada, / en un arco gentil un verde mayo”, ahora deberían de ser de piedra. Era una cuestión de prestigio para el valido del rey la mejora de la ciudad, como si se tratase de un espejo de la calidad de su gestión, un aura barroca inalcanzable de poder y triunfo.

Para facilitar el paso de las carrozas, el 22/X/1616, el Libro de acatas del Ayuntamiento de 1613-1622 (AMD, leg. 18), cita que “lo governador don Jofré de Blanes ha vengut de la Cort hi’ls havia comunicat la orde que portava del senyor duch que era entre altres coses que per quant sa magestat venint a la dita ciutat de Dénia a tenir Corts havia deentrar per lo Portal de la Creu y lo dit Portal era molt rohín y estret y per aquell no podien entrar carros castellans, que per ço era sa voluntat y encarregava que la ciutat fes un nou portal de pedra picada y portes molt bones y que’s repare tot lo enfront que está devés lo saladar al costat del dit portal, ço és, lo llens fins a la torre”.

Ese año, el 11 de febrero, se hace el cálculo de la madera necesaria para las cocheras; a partir de marzo llegará la arena de Jávea, piedra tosca, llegando para las mismas hasta enero de 1618 más de mil sillares. Sin embargo, no todas las mejoras de las cocheras satisfacían a todos. El agua que se sacaba para cimentar las cocheras perjudicaba a los almacenistas próximos a ella. La solución de Juan de Chavarría fue construir un muro para desviar las aguas y una noria para seguir extrayendo agua, cosas que dejarán su impronta en la toponimia. Al fin y al cabo, Magazinos está situado entre las actuales calles Puente y Senieta (acequia…).

Las arcadas interiores de las cocheras, en forma de arco de medio punto rebajado, son similares a las del pórtico del coetáneo Ayuntamiento de Dénia, cuyas obras se realizaron entre 1613 y 1628, en el que se emplearon más de 2.000 sillares de piedra. Los bloques de piedra tosca empleados en la construcción de las cocheras (como las del ayuntamiento) llegarían por mar de Jávea, pues las canteras dianenses estaban ya agotadas. Una memoria de 1647 describe las cocheras reconvertidas en aduana: “tiene dos navadas y de largo çiento setenta y seys palmos, quarenta y quatro de ancho. Vale diez mil ducientas noveynta y siete libras, ocho sueldos (…) se labró para cavallerisas de la cassa y para bastimentos de las galeras que oy sirve de poner en ella la ropa que se desembarca y paga el derecho de puente y duana”.

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1700 Plaza de Denia BVD Detalle baix la mar-a

Detalles del barrio de Baix la Mar, el primero ya citado de mediados del XVII, y otro de principios del XVIII en los que se ven el puente reparado por Lerma y las cocheras reales. Fuentes: ADM y Biblioteca Virtual de Ministerio de Defensa.

La proyectada cochera se finiquitó, pero con la caída en desgracia de Lerma, Felipe III no regresó a Dénia ni se realizaron aquí las ansiadas cortes. Las obras finales en el castillo palacio tuvieron que ser financiadas por el Duque, finalizándose en 1619 por Sebastián de Chavarria (quizás hermano de Juan de Chavarria). Y, como hemos señalado, las cocheras se transformaron en aduana, depósito de los bastimentos de las galeras y almacén (magasin en francés, o magatzem en valenciano).

Artículo escrito por: Javier Calvo Puig 

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