El motor económico de Dénia durante el S. XIX fue la elaboración y exportación de la uva pasa de moscatel, pero la crisis de su exportación en el tránsito al S. XX trajo consigo una inesperada nueva forma de industria, sin tradición en la ciudad: la del juguete. Las aserrerías que habían aportado cajas y barriles para la exportación pasera, ahora proveerán la madera para los juguetes que en Dénia se elaboren; también las imprentas que realizaban las “camisetas” y diseños de las cajas paseras servirán para ilustrar los nuevos diseños y catálogos jugueteros.
Alicante se convirtió en una provincia juguetera, en la que además de nuestra ciudad, especializada en el juguete de madera, destacaban otros dos núcleos: Ibi, con juguetería de hojalata, y Onil, con sus muñecas. Más que “Alicante, la casa de la primavera”, Alicante era la casa de la Navidad: los juguetes de Reyes se fabricaban en nuestra provincia, así como el turrón o las uvas de Fin de Año. ¡Si hasta S. Nicolás es el patrón de Alicante!



Vista del taller Oliver Morand en 1919; atención al numeroso grupo de mujeres trabajando. También niñas fotografiadas con juguetes en el estudio del dianense fotógrafo José Marsal. Fuentes: Biblioteca Nacional de España y colección del autor.
Los alemanes Juan y Enrique Ferchen Thomson (que desde 1887 se dedicaban a la exportación pasera) inician en 1904 en sus almacenes de la calle Sandunga la producción dianense de juguetes. La ubicación era idónea: cerca del ferrocarril y próxima al puerto para la exportación de productos y llegada de materias primas. En esta primera etapa, los juguetes son de hojalata litografiada; el más destacado fruto de la inventiva de los hermanos Ferchen es la patente de un tambor irrompible.
No irá a la zaga nuestro Magazinos, pues en la calle Puente se instala en 1908 otra de las industrias pioneras: “La Universal”, fundada por José Bordehore, al que se añadirán más socios: Barceló, Portolés, Joaquín Calabuig…
Imagen del interior de la fábrica de juguetes La Universal de 1908 y su transformación en 1909. Fuentes: BNE.
Esta industria especializada en juguetes metálicos recibe la visita de la prensa en 1919 y así nos muestra su magnitud: ocupaba una superficie de 1.200 m2 donde se ubicaban 4 prensas excéntricas, además de 6 manuales, tornos, máquinas para trabajar el alambre movidas tanto a gas como electricidad. A principios de los años 20 llegó a contar con 70 trabajadores, entre los que abundaban mujeres y jóvenes, tal como podemos ver en una foto de 1908 en la que aparecen los trabajadores con sus herramientas alrededor de un banco de trabajo.
La industria juguetera se asienta con fuerza a lo largo de la ciudad, especialmente ocupando los locales de los antiguos almacenes paseros; si en el año 1924 existían en Denia al menos quince, en 1929 ya superaban la veintena.
Vistas de la C/ Puente y del Raset a fines de los años 20, donde se emplazaban numerosos talleres jugueteros de la ciudad. Fuente: Fototeca del Patrimonio Nacional de España.
La industria más duradera en el actual Magazinos fue la de José Monllor Linares, que en sus treinta años de existencia (1924-54) se especializó en juguetes de madera; su catálogo de 1948 tenía más de 1200 referencias y sus juguetes eran de todo tipo: de habilidad, arrastre, pupitres, billares, patinetes, tragabolas… Los precios iban ese año de las 2 pesetas que costaba una pala a las 230 de un triciclo. Destaca la visión empresarial de este fabricante que consiguió en 1947 la exclusiva para la reproducción en madera de los populares personajes de Walt Disney. Con anterioridad ya había hecho reproducciones de personajes hollywoodienses, como un juego de bolos dedicado a “el Gordo y el Flaco” (y que apareció en un sello de correos de 2007 reproduciendo uno del museo del juguete de Dénia).
José Monllor Linares. Membrete de las cartas de su empresa, que muestra con orgullo sus principales personajes (algunos hoy ya olvidados): Pipa, Pipo, Mikey, Pluto… Además publicidad en prensa. Fuentes: Museo del Juguete de Dénia y BNE.
Palanca determinante de su crecimiento fue el ser el fabricante de dos personajes muy populares en la España de los años 20-30: Pipo y Pipa (así como otros personajes de la saga: el caballo Trompetilla o la bruja Pirulí). Estos dos personajes son obra del madrileño Salvador Bartolozzi (1881-1950) y se publicaron semanalmente en la revista Estampa, con tanto éxito que protagonizaron varios álbumes de cuentos ilustrados conocidos como Aventuras Maravillosas de Pipo y Pipa.
La revista Estampa realiza una visita a su fábrica en el año 1934 y nos describe el proceso de fabricación:
“Figuraos que antes de ser muñeco, el Pipo de madera es un tronco de árbol. Este trozo de tronco pasa a un aparato de aserrar, en el cual hay una sierra mecánica finísima y afiladísima, que sube y baja constantemente con tal rapidez que parece que no se mueve, y corta todo lo que pasa a su alcance. ¡Cualquiera acerca un dedo! Esta sierra va mondando el trozo de su corteza y lo transforma en un tarugo cilíndrico que pasa a un torno, donde otro operario, con extraordinaria habilidad, le va dando una forma parecida a la de un carrete; es el cuerpo de Pipo; la cabeza se hace por el mismo procedimiento, aunque dándole, naturalmente, forma redonda.
Por otra parte, en una tablita de madera se trazan con lápiz unas figuras y se coloca la tablita en otro aparato que se llama “sierra de calar”, donde se recortan los contornos de las figuras dibujadas, que son —ya os lo habréis figurado— los brazos y las piernas de Pipo.
En otra sección se juntan estos cuatro miembros, la cabeza y el tronco, que se clava sobre lo que figura una silla de montar, porque este Pipo de madera está destinado a cabalgar sobre el brioso Trompetilla.
Ya está hecho el muñeco; luego se pinta, primero en blanco, al ducco (o sea con una pistolita que pulveriza la pintura); luego, con un pincel, se trazan los detalles de su traje legendario. Ya sólo le queda a Pipo darse una vuelta por la sombrerería, donde una señora dobla hábilmente unos cartoncitos, como si hiciera pajaritas de papel, sólo que dándoles la forma del célebre gorro, en cuya punta pasa un cordoncito de seda, que es su no menos célebre adorno.
Y, por último, se coloca al héroe sobre Trompetilla, que está fabricado con los mismos procedimientos, sólo que con redondeles de madera que le dejan toda flexibilidad, por lo cual se le llama aquí “vertebrado”, ¡como si todos nosotros no supiéramos que son “vertebrados” todos los caballos!”
Operaria de la fábrica de José Monllor elaborando al célebre muñeco Pipo y portada de álbum de una de sus aventuras. La misma revista también visitó otras fábricas de la ciudad, como la de juguetes Sauquillo, donde aparece Ramón, nieto del fundador Enrique Sauquillo, sobre uno de los coches en ella elaborados. Sobre el origen de estos autos de sport cuenta: “Los patinetes se fabrican aquí desde hace unos veinte años; los propios dueños de esta fábrica las inventaron; por lo menos, sacaron de una revista norteamericana el modelo de un patinete con motor y tuvieron la idea de fabricarla sin motor, tal como todos los conocemos”. Fuente: BNE.
Durante la época de los años treinta, los juguetes de Dénia tenían no sólo mercado nacional, sino que también se exportaban a otros países (Brasil, Holanda, Inglaterra) gracias al puerto y ferrocarril.
La fábrica de Monllor llegó a alcanzar los 56 trabajadores antes de la Guerra Civil (su número se redujo a 45 en 1947). De todas formas debemos recordar que esas son las cifras oficiales, la economía sumergida está en nuestro ADN; el trabajo no se hacía exclusivamente en la fábrica, pues era habitual relegar algunos encargos a particulares que los realizaban en sus propias casas u otros pequeños talleres, especialmente para preparar la temporada navideña; puesto que el juguete, como anteriormente la pasa, padecía de una marcada temporalidad. Las jornadas de trabajo eran largas, pues el horario de la fábrica era desde las 6 de la mañana a las 22 horas, incluso hasta más tarde en época de grandes pedidos. Los sueldos no eran uniformes, dependían tanto de la categoría profesional como del sexo; oscilaban (antes de la Guerra Civil) desde la peseta del aprendiz a las 9 del oficial de primera; si el aprendiz era varón cobraba 50 céntimos más que una mujer; los peones varones 6 pesetas y las mujeres solo 4. Con el tiempo se lograron algunas mejoras, como el seguro de maternidad pagado por los patronos.
No sólo realizó reproducciones de personajes famosos del cómic o del cine, sino que la variedad de su producción alcanzaba carritos, juegos de habilidad, de bolos, cocinas… Todo lo que la imaginación infantil pudiese desear.
Diversos juegos de habilidad de la fábrica de José Monllor Linares situada en el actual Magazinos. Fuente: Museu del Joguet de Dénia.
Otra fábrica ligada a la calle Puente será entre los años 1934 y 1962 la de Asensio Linares Vallalta. Su tamaño era menor que la anterior, pues en 1947 tenía sólo 13 trabajadores. Era también de juguetes de madera: carros de caballos, garajes, minigolfs, barcos… Fue uno de los primeros introductores en la ciudad en los años 50 de las ruedas de goma en sus camiones.
No era la única en la calle. Entre 1945-71 Francisco Navarro García, que se publicitaba como “Artesanía en juguetes de madera”, realizó cocinas, camiones de bomberos o de reparto de butano, supermercados, futbolines, pizarras infantiles…
Otra de la que tenemos constancia es la de Amorós y Pons S.L. (entre 1970-79), que alcanzó los 57 trabajadores y elaboró juguetes y diversos artículos para la infancia, así como camping, hasta su traslado al polígono industrial JUYARCO.
En el otro extremo de Magazinos, en la calle Senieta, también se trabajaba en crear ilusión para los niños; en ella encontramos la empresa familiar Gaspar Femenia (1945-60), especializada en juguetes de madera, que patentó un costurero plegable (similar a una caja de herramientas), pero que no pudo resistir el embate de la llegada del plástico. En esta calle también estuvo Juguetes Sayba (1960-81) que, manteniendo la madera también introdujo el plástico, dejando un amplio muestrario de gasolineras, cunas, armaritos, cocinas (en cuyo reloj se colocaba el adhesivo con el nombre de la empresa).
Calle Senieta a finales de los años 60. Dos cocinas elaboradas en la fábrica Sayba allí situada. Etiquetas para los complementos del menaje de las cocinas. Fuentes: Biblioteca Valenciana Digital, Asociación Amigos del Juguete de Dénia y BNE.
En la década dorada de los 50 había en Dénia más de 50 fábricas especializadas en el juguete (principalmente de madera), así como otras de menor talla para artículos afines y complementos que trabajaban con cartón, madera u hojalata, pero también empaquetado, retoques… La estacionalidad marcaba los ritmos de trabajo: primavera-verano para el diseño y elaboración de catálogos y otoño para dispensar la campaña de Reyes. Las fábricas eran generalmente de carácter familiar, con escasos operarios. Según el Listado de Industrias de 1974, en Dénia había 432 empleados para 60 industrias englobadas en juguetería y afines. La disparidad era la norma: desde las que poseían maquinarias innovadoras y espacios especializados para el tallado y pintura, a los pequeños talleres donde los operarios se arremolinaban desordenadamente alrededor de un banco de trabajo.
La industria juguetera sufrió en los 60 la transformación de la madera hacia el plástico, lo que trajo consigo el cierre de algunas fábricas que no se adaptaron y otras que se vieron obligadas a continuar repartiendo el trabajo a domicilio (cosa que el plástico también permitía). El plástico resultaba más versátil, con una producción automatizada que incluso permitía reutilizar el material sobrante.
Algunos de los juguetes surgidos de la fábrica de José Monllor Linares. Fuente: MJD.
El minifundismo industrial y el pequeño tamaño de las empresas familiares (baja productividad, escasa competitividad e innovación) difícilmente podían asumir los nuevos retos que el mercado de la España del Desarrollismo exigía con juguetes con un ciclo de vida más corto, según las modas que introducirá la moderna televisión. La creación (fuera ya del ámbito urbano gracias a las iniciativas de Jaime Sendra y Vicente Monllor) de un polígono industrial específico para atender las necesidades de espacio y almacenamiento del sector en 1971 llamado JUYARCO (Juguetes y Activades Complementarios) no pudo paliar los graves problemas estructurales que amenazaban a esta industria. La atomización del sector, la llegada de la crisis del petróleo (disparando los precios del plástico), la competencia de juguetes eléctricos y el desarrollo en la ciudad del sector de la construcción (para el naciente turismo) dieron la puntilla a una actividad básica hasta ese momento. Tal llegó a ser la conciencia de este fin de ciclo, que cruelmente se apodaba al polígono industrial dianense “El Valle de los Caídos”.



En 2006-08 La FNMT realizó varias series de sellos dedicados a la industria juguetera, en las que aparecen algunos de nuestra ciudad. El del centro es “El flaco”, un juego de bolos que Monllor Linares fabricó en el actual espacio de els Magazinos.
La temporalidad de la industria juguetera había obligado a algunas empresas a realizar otras actividades fuera de temporada (artículos para campo y playa, sport, disfraces, cunas, puericultura, menaje, artículos para la infancia, escaleras plegables de cocina, carritos para la compra) y fueron estos sectores los que tomaron el testigo de la industria juguetera, de la que ya en nuestra ciudad sólo quedan dos fabricantes: Cayro y Josman.
Como señalamos en un principio, la industria juguetera en su momento se dispersó por toda la ciudad, pero fue muy importante en las cercanías de nuestro Magazinos, el barrio de Baix la Mar.
Algunos nombres de fábricas ligados a la industria juguetera en las proximidades de Magazinos fueron: en la calle Sandunga Metalúrgica Hispano-Alemana (1904-09), Francisco Rodriguez Baidal (1924-29), Francisco Calabuig Doménech (1924-39), Carrasco y Viuda e Hijos de Marsal (1925-65), Vicente Mahiques Sentí (1932-47), Juguetes Ambar (1945-65), José Catalá Torres (1951-65), DROAL (1958-70), TUBOXARA S.A (1965-82), Juguetes LLOYPE (1965-75); en la Calle la Mar Pedro Riera Mulet (1913-14), Juan Moreno Bernabeu (1939-46), Josefa Sauquillo (1945-76); en la Calle Fora Mur Juguettes Giner S.L. (1913-82), Francisco Santacreu Alemany (1938-80), IAUCCA (1940-58); en la calle Cabo Alberto Sentí Luis Bolufer Fenoll (1945-72); en la Plaza Jorge Juan Manuel de Jesús García (1908-28).
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